martes, 20 de marzo de 2012

LA CONSTITUCION DE CADIZ, LOS NUEVOS LIBERALES Y EL REY FELON.


“Refiriéndose a la conducta de Carlos IV y de su hijo Fernando VII en Bayona ante Napoleón Bonaparte en los días inmediatos al 2 de mayo de 1808, el historiador Seco Serrano dice que esos día “registran posiblemente las escenas más vergonzosas de la Historia española. Ni uno solo de los participantes en las conferencias tiene un solo gesto de dignidad que sirva para redimirlo” y el también historiador Teófones Egido añade que “el rey viejo y el rey nuevo se hundieron en las simas más profundas de indignidad como juguetes del emperador que los manejó como muñecos” Lo que está en línea con un historiador de la época, el Conde de Toreno, que dice: “Solo con muy negra tinta puede trazarse tan tenebroso cuadro”

Lo más suave que cabría decir de Carlos IV y Fernando VII es que fueron un par de peleles en manos del caudillo francés. El cuadro más impresionante de la indignidad de Carlos IV está en las cartas de sumisión que enviara a Napoleón. El de Fernando VII se halla en la entrega que hace a éste de la espada de Francisco I que Carlos V ganase en la batalla de Pavía en 1525, o, tal vez, en el que el propio Napoleón traza en su destierro de Santa Elena: "No cesaba Fernando (Fernando VII) de pedirme una esposa de mi elección; me escribía espontáneamente para cumplimentarme siempre que yo conseguía alguna victoria; expidió proclamas a los españoles para que se sometiesen, y reconoció a José (Jose I Bonaparte), lo que quizás se habrá considerado hijo de la fuerza, sin serlo; pero además me pidió su gran banda, me ofreció a su hermano don Carlos para mandar los regimientos españoles que iban a Rusia, cosas todas que de ningún modo tenía precisión de hacer. En fin, me instó vivamente para que le dejase ir a mi Corte de París, y si yo no me presté a un espectáculo que hubiera llamado la atención de Europa, probando de esta manera toda la estabilidad de mi poder, fue porque la gravedad de las circunstancias me llamaba fuera del Imperio y mis frecuentes ausencias de la capital no me proporcionaban ocasión".
Ignacio Gómez de Liaño “Recuperar la democracia” Editorial Siruela 2008. 

Familia de Carlos IV. Francisco de Goya 1800. Museo del Prado

 
Cualquier domingo los madrileños podemos pasear por la Zona del Eje Prado-Recoletos, aquella que nuestro ex Alcalde quería convertir en hormigón y cemento armado, tanto como su cara. Desde allí puedes visitar el Thyssen, la Cuesta de Moyano en busca de libros nuevos y de viejo, el Jardín Botánico, el Barrio de las Letras, el Reina Sofía o el Museo de Prado. Si antes de tomar el aperitivo por las tascas cercanas te inclinas por el Museo del Prado puede que recales en las salas dedicadas a ese genio de los pinceles llamado Don Francisco de Goya y recaer en la sala en donde se expone, supuéstamente con los retoques estéticos que el pintor dio a sus caras, "La Familia de Carlos IV". En ese cuadro aparecen tres personajes que hicieron pasar al país una de las épocas más ignominiosas que hemos vívido y cuyas consecuencias duran hasta estos días. Carlos IV y sus hijos, El Príncipe de Asturias (futuro Fernando VII) y el Infante Carlos María Isidro, primer pretendiente carlista al trono español.

Después de ver los fastos en conmemoración de los 200 años de la Constitución de Cádiz de 1812, “La Pepa”, he estado pensando y releyendo los acontecimientos anteriores y posteriores a esa fecha del 19 de marzo de 1812. Nuestra triste Historia, desde la llegada de los Borbones a España, después de sufrir el reinado de Carlos II el Hechizado, nos hace glorificar pequeños trazos temporales que pudieron ser importantes pero que debido a las persistente presencia de la Monarquía, la Aristocracia, la Iglesia, el Ejercito y en muchos casos la ignorancia de un pueblo analfabeto, ignorante y hambriento, llevaron a España como Estado, a un fracaso tras otro durante dos siglos y hasta el presente.

La Constitución deCádiz, considerada por unos la más avanzada del momento, pensemos que estamos en 1812, tuvo corta vida, solo 776 días en una España convulsa por la Guerra de la Independencia contra la Francia Napoleónica.

La Pepa reconocía a Fernando VII Rey por la Gracia de Dios y de la Constitución, mientras este vivía a cuerpo de rey, nunca mejor dicho, en el Castillo de Valençay (Francia) después de abdicar junto a su padre en Napoleón (Abdicaciones de Bayona). Establecía la soberanía en la Nación, la separación de poderes, la limitación de los del rey, el sufragio universal masculino indirecto, la libertad de imprenta, la libertad de industria, el derecho de propiedad o la fundamental abolición de los señoríos, entre otras cuestiones. También dispersos en su articulado recogió algunos derechos y reconoció como ciudadanos españoles no solo a los europeos o sus descendientes americanos sino también a los indígenas de los territorios de América. Declaraba a España como Estado confesional, como no, prohibiendo cualquier otra religión. Lo que no abolió fue la esclavitud que fue abolida totalmente el 17 de febrero de 1880; a principios del Siglo XIX entre Puerto Rico y Cuba todavía se contabilizaban más de 500.000 esclavos.

Este Rey, llamado por todos los Españoles “El Deseado”, nada más entrar en España por Valencia (4 de mayo de 1814) decretó la disolución de las Cortes, la derogación de la Constitución y la detención de los diputados liberales siendo algunos condenados a muerte. El día 10 de mayo de 1814 Madrid es tomada por el ejército proclamando a Fernando VII Rey Absoluto, El Rey Felón. 

Todavía esa Constitución, bastante descafeinada, se aplicó en España durante el llamado Trienio Liberal; a principios de 1820 estallo una revuelta entre las fuerzas expedicionarias a América, encabezada por el General Riego, el del himno, y aunque no tuvo el éxito deseado dio pié a una sublevación en Galicia que se extendió por toda España y Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución el 10 de marzo de 1820 diciendo “Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”. Se tomaron medidas contra el absolutismo, se suprime la Inquisición y los señoríos pero al cabo de tres años de conspiración, apoyado por la Iglesia y la Nobleza, pide ayuda a Francia en aplicación de La Santa Alianza y los “Cien mil Hijos de San Luis” acaban con el primer gobierno constitucional, parlamentario y liberal de España derogando la Constitución y dando comienzo a lo que los Historiadores llaman Década Ominosa, durísima represión, cierres de periódicos y Universidades, prohibición de la masonería, etc.

La plebe, en su ignorancia, le seguía considerando El Deseado, a pesar de las hambrunas y de las miserias, hasta el punto que llegando a Sevilla en 1823 arrancaron los caballos de su carruaje y ellos mismos lo arrastraron hasta el Alcázar, seguramente al grito de ¡Viva el Rey absolutamente absoluto!” o el famoso “¡Vivan las caenas!”.

Ver estos últimos días el embobamiento general con la celebración de los 200 años de la promulgación de la Constitución de Cádiz me da vergüenza ajena. Todos los medios sacan monográficos en los que escribían las grandes firmas de cada uno de ellos, las televisiones y las radios con conexiones en directo, un despliegue total. Los columnistas neoliberales cuya ideología no tiene nada que ver con aquellos que redactaron la Constitución de Cádiz y se acercan más a los absolutistas que acompañaban al Rey Felón, babearon como un perro a la vista de un hueso,  periodistas opinadores como Pedro Jota Ramírez, Cesar Vidal, Gabriel Albiac, Carlos Dávila y Fernando Burgos y como no Fernando Sánchez Dragó seguramente porque en aquella época, en que la mujer no tenía muchos derechos, podría vivir bien la vida.

La parafernalia montada en Cádiz con Misa incluida en homenaje a La Pepa me hizo revolver las tripas. Porque allí, presidiendo los actos, estaba el sucesor de Fernando VII, Juan Carlos I de Borbón por la Gracia de Francisco Franco, los sucesores por familia o los herederos ideológicos de los que hicieron del absolutismo su forma de vida, ahora reconvertidos en neoliberales y los sucesores de aquellos que aclamaban a Fernando VII al grito de ¡Viva el Rey absolutamente absoluto!. El grado de papanatismo patrio no puede llegar a más.

Los dos últimos presidentes Españoles han tenido un nuevo Napoleón Bonaparte, no tiene forma física pero atiende por el nombre de Mercados Financieros y su representante es un mandatario bicéfalo al que llaman Merkosy;  quizás algún historiador, con el paso de los años, escriba una crónica diciendo: “el presidente viejo y el presidente nuevo se hundieron en las simas más profundas de indignidad como juguetes de Merkosy que los manejó como muñecos”

Como prueba de la estupidez de ciertos medios que se creen el ombligo de la información dejo la portada del Magazine del Mundo de este fin de semana, en la que el periódico de Pedro Jota fotografía a la Alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, disfrazada como en los carnavales de La Pepa. Seguramente si la alcaldesa fuera de otro partido, los opinadores que relaciono en párrafos anteriores llenarían columnas interminables poniendo a caer de un burro a tal señora y seguramente mentando alguno de sus atributos relacionándolos con el sexo. En eso han cambiado poco las cosas.






Aranjuez, Palacio de Godoy, 20 de marzo de 2012. I Año Mariano.

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