“Los caballos negros son. Las herraduras son
negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no
lloran, de plomo las calaveras.” recitaba Federico, lo fusilaron y arrojaron a
una fosa en 1936. A Miguel lo “murieron” años después en la prisión de Alicante
cuando ya la muerte nos gobernaba, desde un obispo hasta Pablo Neruda intercedieron
por él sin recibir respuesta. “Carne de yugo, ha nacido más humillado que bello, con
el cuello perseguido por el yugo para el cuello” recitaba. Victor Jara le prestó su
voz y su guitarra, fue asesinado en un septiembre negro y oscuro por la misma canalla fascista que a Federico y Miguel aunque el reclamara “el derecho de vivir en paz”.
Pablo Neruda murió días después de que los buitres
negros cubrieran la tierra chilena, él había escrito en el 36: "MADRID sola
y solemne, julio te sorprendió con tu alegría de panal pobre: clara era tu
calle, claro era tu sueño. Un hipo negro de generales, una ola de sotanas
rabiosas rompió entre tus rodillas sus cenagales aguas, sus ríos de gargajo”.