jueves, 12 de abril de 2012

LOBISHOME EN MADRID




Suelo levantarme muy despejado por las mañanas. Me ducho, me afeito, preparo café, tostadas y zumo y mientras desayuno escucho a Federico en la radio. No sé qué tipo de deformación psíquica tengo en mi cerebro, es como si cada noticia, cada comentario me entrara por las venas y recorriera todo mi cuerpo como una descarga de heroína, me hace sentirme en condiciones óptimas. Salgo a la calle comiéndome el mundo. Tendré que consultarlo con mi psiquiatra habitual.

La verdad es que, desde hace meses, en los días de luna llena, mis colmillos crecen, el pelo se me eriza en la cabeza y se pone de punta, el cuerpo se llena de un pelo negro y duro, mis manos se convierten en unas garras diabólicas y tengo que vestirme con un traje oscuro y llevar guantes.

—Doctora, usted me diagnosticó un trastorno ansioso depresivo pero últimamente sueño que en las noches de luna llena vago por la ciudad destripando extranjeros pobres, parados y perro flautas y últimamente me da por los progres —le suelto casi antes de sentarme en el sillón.

La doctora me mira con esa sonrisa seductora que solo ella sabe poner y me dice:

—Eso son sueños. No te preocupes, tienes que trabajar más con la psicóloga, hay que saber por qué sueñas eso; quizás una dependencia infantil por la madre, o algún duelo que no has cerrado, mira te voy a aumentar la medicación —y me suelta cuatro recetas.

Precisamente esta noche, en Lavapiés, me comí dos senegaleses, un moro y dos dominicanas que estaban muy ricas. Me quedé satisfecho, pero a las dos horas, después de pasear la cena por el Retiro, sentí hambre y mientras volvía a casa por el Paseo del Prado ocultándome entre los árboles, medio iluminadas por la luz de una farola vi una pareja de chicas que abrazadas contemplaban la espléndida luna.

— ¿Dos mujeres abrazadas?, seguro que son bolleras. ¿Cómo se puede contemplar la luna a estas horas abrazadas y besándose? —pensé mientras me acercaba a ellas sigilosamente mientras un hilillo de baba caía de la comisura de mis labios.

En un abrir y cerrar de ojos me abalancé sobre ellas y después de degollarlas con mis garras di buena cuenta de sus tiernas carnes aromatizadas por el porro que se estaban fumando, ¡estaban deliciosas!






Después de limpiarme la sangre tuve que coger un taxi en Atocha, había cenado demasiado, el senegalés  estaba un poco duro, menos mal que el taxista llevaba sintonizada una radio fórmula. Cuando llegué a casa una ducha y a la cama, dormí como un bendito, lo curioso es que me desperté sin ardor de estómago y muy optimista. Me duché, me afeité, preparé café, tostadas y zumo y mientras desayunaba busqué en el dial Intereconomía, me siento feliz. En la próxima sesión  con mi psiquiatra le preguntaré si será el café. 

Sendero de Correchouso, 12 de abril de 2012

6 comentarios:

  1. Juan, un consejo de amiga tuitera, cambia de emisoras ......

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  2. gracias juan era lo que necesitaba leer lobo hombre en madrid tu y tu gran sentido del humor inteligente besos

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  3. que hombre lobo con un corazon mas grande jo el destino me premio con tu amistad grande juan

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