UN DIA CUALQUIERA DE ENERO DE 2012.
Mariano Rajoy, estaba dando
cuenta de una botella de albariño y un buen plato de callos con garbanzos sentado
en un sofá y viendo esquí de fondo, en un gran televisor de plasma, no porque
le gustara especialmente el esquí, sino porque las competiciones de larga
distancia eran sus preferidas. Se inclinó hacia la mesa para dejar la copa
después de un largo sorbo, cuando de repente sonó un trueno en toda la estancia
y un rayo de luz salió del techo y lo cubrió por completo. Sin tiempo para
darse cuenta se encontró sentado en su sillón pero en medio de una gigantesca
jaima que flotaba encima de una nube que apenas se atisbaba por la abertura en
una de las lonas. Era una sala enorme, el suelo
lleno de alfombras persas y el ambiente era agradable, olía a flores silvestres
y sonaba una trompeta de jazz.
—Joer, esto está como Di...
Y antes de acabar la frase se dio
cuenta que no estaba solo, sus ojos se fijaron en una figura recostada en una chaise
longue, era un anciano de pelo largo, barba blanca y una trenza a modo de
diadema, vestía una túnica blanca que
reconoció diseñada por Vittorio & Lucchino y encima llevaba un gran ojo
como sombrero.
— ¡Carallo! —pensó —el mismísimo Dios.
Le rodeaban más de treinta
señores todos con trajes de Brioni a medida y con su tablet encima de una gran
mesa semi circular con mantel de seda y ribetes dorados. Pero el que más
destacaba era el Altísimo, como si un foco de luz le apuntara aunque la luz irradiaba
de él, a su lado, de pie, un anciano medio calvo y vestido con una túnica más
humilde, Mariano pensó que se parecía mucho a Alfredo pero era… ¡San Pedro!, no
podía ser otro, llevaba colgando de la cintura un gran manojo de llaves, cuando
se lo contara a Elvira no se lo podría creer. Ya estaba deseando ver muertos de
envidia a Rouco, Gallardón y Fernández Díaz cuando se enteraran.
De repente se oyó una voz
tronadora que decía:
—¡MA RIAA ANO!, soy Dios tu
Señor.
Le empezó a palpitar el corazón y
cayó de rodillas, la barba se le erizó y los ojos casi se le salen de las
órbitas.
—Te he mandado llamar para
informarte que cuatro días antes de mí 2012 cumpleaños, al mediodía, el mundo llegará a su fin, el tiempo
ha llegado.
—Pero Señor —balbuceó —a esa hora
tenemos Consejo de Ministros.
—Quien eres tú para oponerte a
mis designios, ese día todos los preparativos para el Fin del Mundo tienen que
estar acabados. Y como la nación que tú diriges, según mis informes, es
especialista en todo tipo de saraos, ferias, macro fiestas, parques temáticos, casinos y
superconciertos, hemos decidido que tú seas el organizador del Apocalipsis.
—Pero Señor, ¿le ha pedido
permiso a Ángela?, sin ella no puede hacerse nada en Europa y menos en España.
Dios se levantó de la chaise
longue y empezó a erguirse hasta casi tocar con el ojo sombrero el techo, después
se agachó y acercó su cabeza a la de Mariano, que cada vez se sentía más
pequeño, y bramó de tal forma que la jaima parecía estremecerse.
—No tientes a la suerte, será ese
día o envío al cuerpo especial de ángeles exterminadores y seréis pasto de las
llamas, como hice con Sodoma y Gomorra.
Cuando Dios se calmó, se volvió
al trono y en una voz dulce y cantarina le dijo:
—Nos solo queremos un Apocalipsis
como yo mando, que para eso soy Dios, lo quiero con mucho glamour, igual que el
descrito por Juan pero adaptado a los tiempos de hoy, ¿me entiendes?
—Sí, sí Señor, veré lo que pueda
hacer. Replicó Mariano cada vez más
hundido en su sillón.
Volvió a tronar la voz de Dios
—Hay una cosa que tengo que
advertirte Mariano, en el Paraíso también hay crisis, nos engañó el maligno con
unas preferentes y una inversiones en activos tóxicos, por lo tanto los gastos
correrán de vuestra cuenta.
—Señor, tendré que estudiarlo con
De Guindos y Montoro, por lo de la financiación, piensa que estamos reduciendo
el déficit, recortando gastos,…
—Pero que me dices siervo, ¿te
atreves a discutir una petición de tu Señor?, con los cinco millones de parados que os ha
dejado Zapatero me vas a decir que no tienes mano de obra para el montaje, cámaras,
realizadores, productores, extras, sonido, efectos especiales, fuegos
artificiales, músicos, cuerpo de ballet y todo lo que acarrea un Apocalipsis, ¿me vas a decir
que no puedes?
Y volvió a cambiar la voz, más
calmado.
—Yo quiero un Apocalipsis a lo
grande, algo grandioso, espectacular, ponte ya a la labor o mi fuego vengador
caerá sobre ti y tus descendientes.
Mariano se encogía cada vez más
mientras la figura de Dios irradiaba luz y de su ojo sombrero salió como un
rayo que apuntó directamente al Presidente.
—Bueno..., bueno…, haré lo que pueda. Pero ¿el guion cómo será? ¿Cómo
tengo que prepararlo?
—Mira que eres tonto Mariano, ¿no
has leído el Apocalipsis de Juan?, pues contrata a uno de esos directores de
cine o teatro que tenéis en España, ¿no tienes un Fiscal que es guionista?, pregúntale,
a él o al que quieras y que hagan una adaptación. Tenéis creadores de sobra,
pero no me falles Mariano, tengo toda la confianza puesta en ti, serás el
camino a copiar para todos los Apocalipsis de las demás religiones. Jejeje,
solo pensar en la cara que tendrán Alá y Yahvé cuando quedemos a jugar al golf,
me descojono, y no veas Lucifer con toda la chusma que le voy a enviar.
De repente otro haz de luz cubrió
a Mariano y apareció en el sofá de Moncloa, entre los nervios y el impacto se
dio cuenta que todavía no había dejado la copa en la mesa.
Cogió el teléfono y marcó el
número de su Jefe de Gabinete.
—Jorge, busca el Apocalipsis de
San Juan y léelo, mañana quiero un resumen encima de mi mesa.
Una vez que colgó, dedicó su
atención al plato de callos, que a pesar del viaje que había hecho estaba
todavía humeando.
MEDIODIA DEL 21 DE DICIEMBRE DE 2012.
Mariano celebra Consejo de
Ministros en el bunker de Moncloa, se ha bajado allí a Elvira y los niños. Están
contentos, han hecho un buen trabajo y Dios les sabrá corresponder como hizo con
Abraham. Cuando Alberto Ruiz Gallardón daba cuenta del anteproyecto de Ley para la reforma del Consejo General del Poder Judicial, se escuchó un estruendo que hizo tambalearse las paredes del bunker y un
haz de luz bajó del techo y sin apenas darse cuenta encima de la mesa del Consejo estaba el mismísimo Dios.
Esta vez vestía con pantalones y cazadora de cuero negro, el
pelo lo tenía recogido en una coleta y un palestino se enrollaba
descuidadamente en su cuello. Unas gafas de sol negras cubrían sus ojos y
señalando con el dedo a Mariano bramó:
—¡Eres el más inútil de mis
siervos!, ¿dónde está el apocalipsis que te ordené?, ¿cómo osas burlarte de tu
señor? ¡Arderás en el fuego eterno!. Si Lucifer te acepta… que no sé.
Terminó
en un susurro y se acercó más a él enfurecido y
con el dedo casi rozando su cabeza siguió bramando, como solo un Dios único
sabe bramar.
—Yo, yo... Señor... hice lo que me pediste— balbuceo Mariano mientras se le caía una gotita de saliba por la comisura de los labios.
—Yo, yo... Señor... hice lo que me pediste— balbuceo Mariano mientras se le caía una gotita de saliba por la comisura de los labios.
—¿Qué hiciste lo que te pedí?, el
papel agotado desde hace meses, las gradas repletas de Serafines, Querubines,
Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Ángeles y Arcángeles,
los Doce Apóstoles con Jesús mi hijo querido a la cabeza, Santos, Beatos y
Padres de la Iglesia, todos los Papas habidos, que están con nos, y lo peor de
todo, representantes de todas las religiones del mundo y hasta una
representación enviada por Satán desde el Averno y al final no hay Apocalipsis.
¿Qué has hecho insensato?. Seré el hazmerreir por toda la eternidad.
Terminó casi sollozando.
—Pero Señor —balbuceo Mariano
mientras la mitad del Consejo rezaba de rodillas y la otra mitad temblaba de
pánico —hice lo que me pedisteis, organicé un Apocalipsis, me ayudaron todos
mis Ministros, pregúntale a ellos.
Pero ellos no levantaban la
vista, el de Interior le había dado ya dos vueltas a un rosario que llevaba en
el bolsillo de la americana, la de Sanidad tocaba con la frente en el suelo
mientras el de Hacienda tenía una media sonrisa bobalicona que enfureció
todavía más al Altísimo que de un salto se bajó de la mesa y comenzó a bramar
como nunca lo había hecho.
—¿Qué habéis hecho que?, te dije
que leyeras el Apocalipsis de Juan, ¿acaso han sonado las trompetas?, ¿dónde
están los Cuatro Jinetes, el cordero, las Siete Trompetas y los Siete Sellos,
el Dragón, la Puta de Babilonia, la Bestia y las Siete Copas?, es que acaso
quieres humillar a Dios tu señor. ¿Que habéis hecho Mariano?
Mariano que no sabía si salir
corriendo del bunker o esconderse debajo de la mesa, cogió un tomo, bellamente
encuadernado, y se lo ofreció a Dios con mano temblorosa y la cabeza gacha.
—Señor, aquí está todo, siguiendo
tus instrucciones, hemos hecho lo que nos pedías, adaptamos el Apocalipsis de
Juan al mundo actual, como tú dijiste.
Dios alargó su mano y cogió el tomo, lo acercó a sus ojos, y leyó perplejo las letras en dorado sobre fondo negro “BOLETIN OFICIAL DEL ESTADO ESPAÑOL 21 DE
DICIEMBRE DE 2011 – 20 DE DICIEMBRE DE 2012” FASCICULO I.
República Monárquica de Usera, 21
de diciembre de 2012. II AÑO MARIANO
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