DE CHISTES, ZOMBIES Y PRECIPICIOS

Contar bien un chiste siempre ha sido muy difícil para mi, un buen chiste contado por un soso no levanta ni una sonrisa y un mal chiste contado por un genio se convierte en un río de carcajadas, ahí tenemos a Chiquito de la Calzada, sus chistes si los cuenta un soso en una reunión acaba en la fuente de la plaza pero Chiquito es otra cosa, aunque a algunos no les guste. Para mí el mejor cuenta chistes que hemos tenido era Eugenio, con esa cara de palo que ponía, serio, con su cubata en la mesa, los cigarros que encendía una detrás de otro y el acento catalán fue el cuenta chistes que más me ha hecho reír, sin olvidarme mi amigo Tini, pero eso es otra historia.

Contaba un chiste Eugenio que voy a intentar trasladar al papel adaptado al día de hoy, imagínense su cara, sus eternas gafas oscuras y el cigarrillo en la mano, empezando así:

¿Saben aquel que diu?, que iba Mariano meditando por el monte y se encuentra un precipicio, se asoma a ver que hay abajo y como es tan torpe resbala y se cae al vacio, tuvo la suerte de encontrarse en la caida  una rama y se agarra a ella con fuerza gritando “¡Socorro!” y el eco devolvía “corro, corro, corro …” , “¿es que hay alguien?”, y el eco “alguien, alguien, alguien…”, “socorro, soy Mariano”,  “ano, ano, ano…”; de repente cuando más desesperado estaba se oye la voz de Merkel, “Mariano, soy Angela, no te preocupes hijo mío, ahora te enviaré a mi ángel preferido, Draghi, que con una cohorte de funcionarios de la UE bajaran hasta ahí, te recogerán entre sus brazos y te rescataran”, Mariano con cara de pánico y agarrándose mas fuerte a la rama gritó “¿PERO HAY ALGUIEN MAS?”.

Es un chiste, pero es la realidad, Mariano agarrándose a la rama no encuentra nada más que el abrazo de sus amigos y compañeros ideológicos de la UE, pero ese abrazo es como el abrazo del oso, que le dejará rotos todos los huesos y fallecido políticamente. La ineptitud de los dos últimos Gobiernos para analizar las causas de la crisis y buscar soluciones distintas a las impuestas por la UE nos han acercado peligrosamente al abismo y ahora nos dan el empujón definitivo. Solos ante el peligro, como en aquella obra de arte cinematográfica de Fred Zinnemman, lo malo que al Gary Cooper de turno ya ni le queda una Grace Kelly sosa pero angelical, sino la malvada Jane Hudson (Bette Davis) de ¿Qué fue de Baby Jane? de Robert Aldrich.

Nos han ido facilitado asideros temporales, para ir amortiguando la caída, pero algunos nos levantamos de las butacas porque el final era predecible, la mayoría se quedó a ver el final de la película, sin darse cuenta que ellos eran también arrastrados al abismo y ahora en un fundido encadenado nos lleva del Mariano colgado de la rama hasta el fin del precipicio que cada vez se ve más cerca.

Y como he pasado al cine, no hay género más desagradable y a la vez más atrayente y adictivo que el de Terror, y en ese género las películas de zombies son una de las más famosas. Ayer leí en lainformacion.com lo siguiente: “¿Se han percatado de los innumerables sucesos macabros  registrados durante la última semana en diferentes ciudades de Norteamérica en los que se repetían casos de humanos tentados a devorar a sus congéneres? Pues bien, ya pueden estar tranquilos. La Agencia de Control y Prevención de Enfermedades estadounidense afirma que no existe problema alguno: los zombies no existen”. Estos americanos son como niños, si viajaran más a España y por error visitaran nuestras instituciones más importantes (Parlamento, Senado, CEOE, Sindicatos, Judicatura, Iglesia Católica, etc.) si que estarían asustados, tan asustados que volvería a USA nadando. Por allí pasean verdaderos zombies, comiéndose la carne de los españoles, poco a poco, pero de una forma continuada e inquietante. Lo peor de estos zombies, al contrario que los de cine, es que no tienen la piel a trozos, ni dan gritos guturales ni andan cojeando, la realidad es más terrorífica que la ficción.

Con un Presidente colgado de una rama en un precipicio, los ciudadanos solos ante el peligro y en las manos de la malvada Bette Davis y las autoridades convertidas en zombies no se me ocurre nada más tranquilizante que revisitar, después de la siesta, “Amanece que no es poco” de José Luis Cuerda, porque el surrealismo es el género que mejor representa nuestra situación y volver a oír aquello de “Nunca había visto a nadie morirse tan bien; ¡qué irse!, ¡qué apagarse!”.

Molinícos, 3 de junio de 2012. I AÑO MARIANO